Realizamos el cruce a Chile a través del Paso Cardenal Samoré. Durante el trayecto nos asomamos a todos los miradores naturales que posee la pre-cordillera.
“Viva la chicha y el vino, viva la cueca y la zamba. Dos puntas tiene el camino y en las dos alguien me aguarda.” La salida del sol nos anunciaba un nuevo viaje al país trasandino. En esta oportunidad abandonamos la ciudad de San Martín de los Andes a través de la Ruta de los Siete Lagos, la cual nos conectaría directamente con el Paso Internacional Cardenal Samoré, ex Paso Puyehue. Detrás de la cordillera nos esperaban las ciudades de Osorno, Frutillar, Puerto Varas y Puerto Montt, las cuales visitaríamos en un raid /k> de diez días. Al mejor estilo de Osvaldo Rocha, enfilamos para Chile tarareando la cueca que lo hizo famoso junto con el músico Carlos Ocampo. La ocasión lo ameritaba. La Ruta de los Siete Lagos, o R.N. 40, es uno de los principales corredores turísticos de la región. Reconocida internacionalmente por su inigualable belleza paisajística, posee a lo largo de todo el trayecto distintos miradores panorámicos, lagos y ríos que dejan sin aliento a los visitantes que transitan por ella.Por fortuna el día se presentó totalmente despejado, cosa que nos alegró porque íbamos a poder reposar nuestros ojos sobre los cristalinos espejos de agua que se encuentran apostados al lado del camino. De norte a sur se fueron presentando los lagos Lácar, Machónico, Falkner, Villarino, Escondido, Correntoso y, por último, el maravilloso Espejo. Tras recorrer 20 kilómetros nos detuvimos para observar el “Arroyo Partido”, un verdadero fenómeno de la naturaleza. Este arroyo se abre en dos brazos: el de la derecha vuelca sus aguas en el océano Pacífico, a través de la cuenca del lago Lácar, mientas que el de la izquierda lo hace en el océano Atlántico, a través de la cuenca de los ríos Collón Cura, Limay y Negro.En la tierra de los lagos Continuamos nuestro viaje con gran expectativa. Con el pasar de los kilómetros se fueron sucediendo un lago tras otro. Llegamos al lago Escondido al que, como su nombra indica, lo ubicamos detrás de la espesa arboleda. Las paradas obligatorias fueron los miradores del lago Espejo, donde el paisaje se refleja perfectamente sobre sus aguas, haciendo que la toma fotográfica se transforme en algo artístico Tras haber recorrido unos 100 kilómetros doblamos hacia la derecha por la ruta nacional 231 que nos condujo hasta el Paso Internacional Cardenal Samoré. Este paso se encuentra a 1.314 m.s.n.m. y está habilitado durante todo el año. Es considerado el segundo en importancia a nivel internacional y tiene comunicación directa con Osorno y Puerto Montt a través de la carretera Austral y con todo el resto de la patagonia chilena. En ese instante la cueca “Las dos puntas” volvió a sonar en el estéreo del automóvil, dándole más sentido a nuestro viaje. Pasamos primero por la Aduana y Gendarmería Nacional Argentina. Luego repetimos la operatoria en la policía internacional de Chile y en menos de lo pensado ya estábamos pisando la tierra del hermano país.Más allá de la frontera En este lado de la frontera la ruta cambia de numeración, pasa a ser la 215. Su estado es excelente. Desde allí comenzamos a bajar por entre la selva nativa que rodea la pre-cordillera. Poco tiempo después del ingreso fuimos encontrando distintos carteles indicadores que nos señalaban el lugar donde se encuentran las famosas termas de Puyehue, el volcán Antillanca con su centro de esquí y los kilómetros restantes hasta Osorno, donde realizaríamos nuestra primera parada oficial. Y así, con el ritmo de don Osvaldo, nos dejamos sorprender por los paisajes sureños de esta bella nación. “Cuando pa´ Chile me voy cruzando la cordillera late el corazón contento: una chilena me espera.”
Duración: 3 horas.
antes de realizar el viaje aconsejamos leer nuestro apartado sobre los requisitos de aduana, para entrar o salir del país.