La geografía es tan espectacular como el propio paseo en el tren que circula por el valle de Tierra del Fuego. Un recorrido de leyenda en los confines del mundo.
El Tren del Fin del Mundo recorre el valle del río Pipo por las cuestas del monte Susana e ingresa al Parque Nacional Tierra del Fuego. El paseo es parte de la recuperación de las vías del tren de los presos, luego de más de 40 años de su cese. El ferrocarril penal que tuvo vida en la primera mitad del siglo pasado también dio impulso a un caserío que nacía a orillas del Canal Beagle, hoy convertida en la bella Ushuaia. Un paseo bonito y cargado de historia La Estación del Fin del Mundo es el inicio de esta experiencia austral, a 8 km de la ciudad de Ushuaia. Los relatos comienzan a sobrevolar el ambiente. La leyenda del presidio pisa fuerte y cuenta cómo se construyó lo que fue una gran mole gris, destino de los presos más peligrosos de historias oxidadas por el tiempo y la prensa sensacionalista de principios del siglo XX. Los condenados recaían en este presidio y a su vez daban impulso a un pueblo que nacía de este factor poblacional. Ushuaia tiene en su base fundacional una fuerte estrategia de civilización puesta en marcha por medio de este proyecto inspirado en otras colonias penales del mundo. El edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1997 y puesto en recuperación por la Armada Argentina y el Museo Marítimo de Ushuaia.
Luego de cruzar el Puente Quemado sobre el río Pipo, atravesando el Cañadón del Toro, el tren turístico ingresa a la primera parada del recorrido, Estación Cascada La Macarena. El tren de los presos solía detenerse allí para proveer de agua a la locomotora de vapor. Los visitantes pueden bajar, realizar una breve caminata y ascender a un mirador sobre el valle del río. El silbato del guarda indica que el viaje continúa. Los límites del parque nacional se van desdibujando y el ingreso ya es palpable. Los guías relatan sobre su creación, las áreas protegidas y las características principales del ecosistema en el que se entretejen valles, ríos y lagos glaciares. A orillas del río Pipo, los testigos de la explotación forestal quedan marcados en el Cementerio de Árboles, otro hito del paseo. Cuando comenzó la edificación del presidio en 1902, la mano de obra y la obtención de materiales naturales para construir provenían del propio trabajo de los penados confinados en el fin del mundo. El tren de los presos viajaba al interior del bosque para buscar la piedra y la madera con lo que luego levantarían los pabellones. En tren llegó a tener una extensión de 25 km bosque adentro. La última parada es la Estación del Parque Nacional, donde el visitante podrá regresar con la vuelta inmediata o pasear por el parque y volver con la última partida del día. El tren recorre 7 km y se planifican 3 salidas diarias, con sistema de audio en 7 idiomas distintos.