Valdivia se convierte en un destino vibrante, especialmente durante el verano. La comuna de Corral agrega un toque histórico a la experiencia. Su balneario en Niebla se destaca no solo por sus playas pintorescas, sino también por la presencia imponente de fuertes y castillos españoles que se erigieron durante la época colonial. Estas estructuras históricas, testigos silenciosos de tiempos pasados, añaden un elemento fascinante al recorrido, transportando a los visitantes a una época en la que Valdivia era clave en la defensa de las posesiones hispánicas en el Pacífico.
Bastión de Valdivia
En la época colonial, Valdivia se convirtió en un enclave esencial para la defensa de las posiciones monárquicas en el Mar del Sur. Pedro de Valdivia vio las condiciones estratégicas y de seguridad que ofrecía el extenso sistema fluvial de la región, conformado por los ríos Calle Calle, Cau Cau, Cruces y Ainilebu (luego rebautizado río Valdivia), y fundó la ciudad en 1552.
A pesar de los desafíos inherentes, como la hostilidad de las poblaciones indígenas y la escasez de recursos, Valdivia logró asentarse. Luego del terremoto de 1575 y el abandono forzado en 1598 debido al levantamiento mapuche, la villa se repobló en 1643 en respuesta a la amenaza de una intrépida expedición holandesa. Esta breve ocupación demostró la riqueza del estuario para las potencias colonialistas. La corona, bajo el mandato de Felipe IV, respondió con la construcción de una serie de fortificaciones para salvaguardar la entrada al estuario del río Valdivia. Los castillos de Mancera, Corral, Niebla, Amargos y Cruces, y las fortalezas de San Carlos y El Molino hoy son atractivos turísticos, pero en su momento conformaron uno de los sistemas defensivos más grandes. En el siglo XVIII, llegó a contar con la presencia de 17 baluartes entre castillos, fortalezas y baterías.
El plan defensivo se centró en la Bahía de Corral, aprovechando sus cualidades excepcionales. Construidas con materiales locales e importados, estas estructuras incluían muros, fosos, cañones, y diversas dependencias internas. El bastión de Valdivia desempeñó un papel fundamental durante la época colonial al actuar como un disuasivo altamente efectivo. De hecho, logró frustrar y desalentar las incursiones de potencias rivales, sirviendo como un baluarte defensivo de gran importancia. En un giro paradójico de los acontecimientos, su resistencia no sería puesta a prueba por las potencias europeas, sino por los patriotas independentistas. Estos bastiones resistieron ataques y asedios, convirtiéndose en los últimos enclaves españoles durante la Guerra de la Independencia hasta que, en 1820, las tropas patriotas tomaron la ciudad.
A mediados del siglo XX, Chile emprendió una revisión histórica. En este contexto, se promulgaron las primeras leyes de protección del patrimonio que destacan las fortificaciones del sur cargadas de simbolismo histórico, una época marcada por la lucha y la supervivencia. Se reconoció el valor patrimonial de las obras defensivas tanto por su magnificencia como por su complejidad y calidad.
En la actualidad, algunos de estos castillos funcionan como museos de sitio, permitiendo a los visitantes explorar su historia y arquitectura.