A pocos kilómetros de Aluminé, la estancia Vilcunco brinda un oasis de experiencias únicas. Los visitantes elogian el recorrido guiado, el restaurante con variadas opciones de truchas y la posibilidad única de pescar su propia trucha en la laguna. Cruzar el puente sobre el río Aluminé lleva a este rincón patagónico de caminos y álamos, que ofrece no solo una visita clásica, sino también una propuesta gastronómica destacada.
Criadero de truchas, platos tentadores y hospitalidad
La estancia se distingue por su compromiso y seguimiento meticuloso en todas las fases de producción de truchas arcoíris, garantizando productos de alta calidad para la gastronomía local y regional. Desde sus inicios, la estancia se ha dedicado con fervor al cuidado y desarrollo de las truchas que habitan en sus estanques. Un compromiso palpable que se refleja en la mesa, donde la exquisitez culinaria cobra vida en cada plato.
Además de un centro de producción, la estancia es un remanso de tranquilidad y disfrute. Sus instalaciones incluyen una laguna artificial que invita a la pesca recreativa, una acogedora cafetería y animales de granja que añaden un toque especial a la experiencia y el deleite de las familias. Los visitantes recorren la granja y los estanques y aprenden sobre la crianza de los animales.
Las opiniones de quienes han conocido este rincón son unánimes en su elogio, desde visitas guiadas interesantes hasta un restaurante bien puesto con una variedad destacada de platos, cuyo top del menú es la trucha. La experiencia se eleva para aquellos que llegan con caña en mano. La posibilidad de pescar su propia trucha en la laguna y pagarla según su peso agrega un toque participativo y fresco a la visita.
Para aquellos que buscan sumergirse en la esencia de la Patagonia, casa de té y productos de elaboración propia completan la experiencia en un destino que combina naturaleza, historia y gastronomía en cada rincón. La propuesta culinaria va más allá de lo convencional, con meriendas que despliegan una variedad de tortas y exquisitas picadas y noches programadas de sushi que introducen una fusión de sabores internacionales.
Desde la reproducción hasta el faenado, el esfuerzo sostenido contribuye al sello distintivo de la trucha en la gastronomía patagónica. Los aromas tentadores y la hospitalidad se entrelazan para crear un ambiente perfecto donde los visitantes pueden relajarse y disfrutar de la compañía y el entorno acogedor.