El mayor placer de los pescadores, tanto de los avezados como de los que tienen menos experiencia, es conseguir un buen pique en un medio abierto, accesible y natural.
Aluminé es considerado un destino privilegiado para los amantes de la pesca. La cercanía entre los distintos espejos de agua hace posible un recorrido amplio en muy poco tiempo. Luego de comprar el imprescindible permiso, nos acercamos a los guías locales para conocer algo más de la actividad y salir a practicarla. La recomendación fue elegir los ríos Quillén, Aluminé y Pulmarí y la laguna de Los Giles. Un comentario nos llevó a conocer el arroyo Calfiquitra, en las cercanías del lago Ruca Choroi, un lugar de belleza extraordinaria dentro del bosque andinopatagónico. Las posibilidades de buenas capturas varían de año en año y solo los expertos de la zona conocen el accionar de las distintas especies. En ellos hay que confiar antes de la salida. Cada ámbito tiene sus recomendaciones, que se pueden conocer al gestionar la licencia habilitante.
A las clásicas modalidades de pesca con mosca,
trolling desde una embarcación o la práctica de
spinning desde la orilla, se suma el balseo que se practica en el río Aluminé. Cada técnica supone el manejo de la caña y el conocimiento de qué tipo de elementos artificiales usar para conseguir la presa. Es necesario cambiar constantemente de señuelo para conocer la función de cada uno dentro del agua. Las famosas truchas arcoiris, marrones, “fontinalis” y la perca criolla son las especies que viven en las aguas de la región. Esto constituyente un aliciente para intentar esta actividad deportiva que, además, se desarrolla dentro de un marco de belleza y tranquilidad. Es bueno recordar la práctica de la captura y suelta de los peces (
catch and release) como una forma de respetar sus vidas y mantener las especies.