El período de gestación de una ballena es de 12 meses. Durante una cantidad de tiempo equivalente, la hembra amamanta a su ballenato, que en el momento de nacer mide 5,5 metros y pesa alrededor de 3 mil kilogramos.
A los 5 ó 6 años de edad, las ballenas francas llegan a su madurez sexual. Las hembras con capacidad de reproducción regresan cada 3 años al área de Península Valdés en busca de aguas seguras y tranquilas para parir una sola cría. Los machos, en cambio, vuelven todos los años para cortejar nuevas hembras.
De octubre a noviembre, se encuentra en la región de Península Valdés la mayor concentración de ballenas. Quienes saben del tema y logran individualizarlas llegan a contar alrededor 500 ballenas de la misma especie.
Por esto, las costas argentinas son consideradas la zona de cría más importante del hemisferio sur.
Una vez concluido noviembre, comienzan las migraciones hacia otros sitios, que aún hoy se desconocen. La necesidad de comida (krill) hace deambular a las francas por todos los mares del sur, incluida la Antártida.
A pesar de los avances tecnológicos, el hombre todavía no sabe exactamente a dónde van. En un mundo cada vez más desencantado, esto aporta una poesía que permite a estos seres tan bellos seguir viviendo, nada más ni nada menos.
El apareamiento de las ballenas constituye un verdadero fenómeno por donde se lo mire. Es una suerte de ritual que se repite año tras año, en él intervienen una hembra y hasta media docena de machos.
Generalmente ella, por una cuestión de miedo, se rehúsa a ser copulada, colocándose con el vientre hacia arriba. Cuando esto sucede, un par de machos tratan de darla vuelta con sus propios cuerpos para que alguno del grupo pueda lograr finalmente la cópula.
En este raro cortejo, que muchas veces dura horas, es factible que todos los machos logren el objetivo. El mundo animal nos muestra que las leyes de la naturaleza son otras.
La mandíbula superior de una ballena franca alberga más de doscientas placas o barbas, que en latín se denominan "baleen", de ahí proviene el antiguo nombre que al pasar al castellano se traduce como "ballena".
Al alimentarse la ballena, estas barbas sirven para filtrar el agua de mar y retener el alimento, en general krill, el más buscado.