Es una de las excursiones preferidas durante la estadía en la ciudad de El Chaltén. Por su historia y su belleza natural, el Lago del Desierto merece navegarse y conocerse.
Llegar hasta el Lago del Desierto es una aventura fascinante, no sólo por su historia y naturaleza, sino también por lo cómodo que resulta navegar en él y por las variadas posibilidades de trekking que tiene en sus alrededores. Desde El Chaltén tomamos el camino que bordea el Río de las Vueltas y comenzamos a serpentear este hermoso curso de agua, cuya tonalidad pasa por los celestes y verdes hasta volverse transparente a medida que nos acercamos a la boca del lago. La historia cuenta que en el año 1965, durante un reconocimiento de rutina, un grupo de gendarmes argentinos encuentra un asentamiento de carabineros chilenos a pocos kilómetros del lago. En ese episodio sucede un enfrentamiento armado que detona el conflicto fronterizo, originado un siglo antes, por este sector de la cordillera.
En medio de las tratativas entre ambos países, Argentina decidió como estrategia geopolítica crear el pueblo de El Chaltén en 1985 en el valle demarcado por la confluencia de el Ríos de las Vueltas y el Fitz Roy, a 37 kilómetros del Lago del Desierto. Recién en 1994, un tribunal internacional falló a favor de Argentina y le otorgó plena soberanía en toda esta zona que hacía años había empezado a recibir nuevos pobladores, en su mayoría inmigrantes europeos fascinados por las montañas y por la magia del famoso cerro Fitz Roy. Al llegar al lago, un cartel marca la presencia del glaciar Huemul, al que se llega luego de un trekking de no más de una hora y que permite vivir un camino realmente bello donde además del glaciar es posible transitar por un bosque totalmente natural. Pero lo dejamos para el final de la excursión. En cuestión de minutos íbamos a formar parte del grupo que, embarcado en el catamarán, se dispondría a llegar hasta el destacamento de Gendarmería Nacional llamado “Lago del Desierto”, que se encuentra precisamente justo al final del lago. Así partimos desde el embarcadero y comenzamos a conocer las distintas orillas que tiene el lago, donde, según nos comentó el capitán, se pescan excelentes truchas marrones y arcoiris de más de 4 kilogramos de peso. Transcurridos 45 minutos, llegamos hasta el destacamento y allí, luego de saludar a quienes cumplen sus funciones habituales, realizamos un breve trekking hasta la cumbre de un pequeño cerro que nos dejó contemplar la belleza del lago y la silueta de esta maravillosa mole de piedra granítica que es el Fitz Roy. La vuelta nos permitió disfrutar otra vez de la navegación del lago y esta vez sí elegimos realizar el trekking hasta el glaciar Huemul. El sendero, que se encuentra perfectamente señalizado, es empinado al principio pero no difícil. Por el contrario, requiere de una caminata constante que lentamente nos va depositando en la cumbre de una pequeña montaña desde donde se aprecia el magnífico glaciar. El Huemul posee en su base una laguna de color esmeralda que realza su belleza, y permite acercarse casi hasta sus hielos eternos. Hay que hacerlo con cuidado, tratando de no alterar el medio ambiente y de no lastimarnos hasta sacar la famosa foto. Volviendo del lago del Desierto, es cita obligada antes de llegar a El Chaltén hacer un alto en el famoso salto del Chorrillo. Aquí, la naturaleza se encargó de esculpir de manera perfecta una pequeña caída de agua o catarata que llama la atención a cualquiera de los presentes. El río se encajona y una pendiente hace que sus aguas caigan al vacío (de ahí el nombre de “salto”) y se estrellen en un gran pozón de agua fresca y límpida dando forma a una pequeña laguna de aguas verdes, en las que se pueden ver algunas truchas arcoiris comiendo insectos. Una postal perfecta antes de regresar a El Chaltén, como para dar por terminada esta pintoresca excursión.