Con muy pocos materiales pero con mucha paciencia y buen gusto, la destreza del artista le da vida a crisantemos, rosas, dalias y margaritas en escasos minutos.
Al llegar a Pucón, hay algo que no se debe dejar de visitar: el taller de Juan, un artesano que realiza su trabajo a la vista con solvencia y profesionalidad. Se ubica frente al hotel Araucarias. Juan Castillo Morales aprendió el oficio de su padre y, así, hace más de un cuarto de siglo que tiene la satisfacción de ofrecer a su querida Pucón una artesanía que caracteriza la ciudad. Entusiasmados por entender cómo se arma una flor, fuimos hasta el taller en el cual Juan demostró su habilidad. Los materiales son: sauce chileno o mimbre, un cuchillo y un sacapuntas gigante montado en un torno eléctrico. Todo el material lo buscan ellos mismos y lo acondicionan para la tarea.
El resto queda supeditado a los ágiles movimientos de manos que acomodan la vara de mimbre y los rulos de viruta de madera que surgen del torno y le dan volumen al cuerpo principal. Parece muy sencillo pero tiene sus secretos; solo los conoce quien a diario arma cientos de flores de distintos tamaños y diseños con gran facilidad. Cada una tiene un centro tallado, el cuerpo principal pintado con anilina de distintos colores y una varilla que la soporta. Ingenio, maña y costumbre son tres elementos que Juan maneja a la perfección. Un puesto gigante de estas flores se encuentra a la salida de Pucón hacia Villarrica. Su cantidad, tamaño y colorido permite que se lo vea desde lejos. Esta artesanía innovadora le ha valido a la familia Castillo representar a Pucón en otros puntos del planeta. En un pequeño espacio taller, se mantiene una tradición que ha trascendido fronteras.