El avistaje de ballenas franca austral es un espectáculo único y mágico en la Península Valdés.
La ciudad de Puerto Madryn es uno de los puntos turísticos más importantes y visitados de la costa patagónica. Claro que el principal espectáculo de la zona lo ofrecen “ellas”, las famosas ballenas que con sus colas erguidas saltan sobre el agua para anunciar su presencia anhelada. Nos embarcamos en una aventura única: avistar la ballena franca austral. Por la noche llegamos a Puerto Madryn y nos alojamos en el apart Ty Coed. Se trata de un complejo muy confortable donde recobramos energía para poder disfrutar plenamente durante la excursión. Luego de un más que reparador desayuno con tostadas calientes, medialunas caseras, dulce de leche y de sauco, más el aromático café negro, nos encontramos con la gente de Tito Botazzi, que nos pasó a buscar con el transfer.
Hacia la península de Valdés
El viaje empezó espléndido. De un lado, el paisaje desolado de la pura estepa patagónica. Del otro, el azul profundo del océano. Sencillamente, impresionante. Nos dirigimos hacia el istmo Carlos Ameghino, único vínculo entre la península y el continente. En su parte más angosta mide seis kilómetros. En este punto se puede observar claramente los dos golfos que lo flanquean: el San José (al norte) y el Nuevo (al sur), hacia donde íbamos. Arribamos y tras abonar la entrada a la reserva faunística, continuamos hasta
Puerto Pirámides. Desde allí salen las expediciones para realizar el ansiado avistaje de ballenas embarcado. Para ese entonces habíamos recorrido 97 kilómetros.
El espectáculo de las ballenas
Miles de turistas de todo el mundo arriban al sur de la Argentina para presenciar el maravilloso espectáculo de estos enormes cetáceos, que también celebran la llegada de sus espectadores. Nos preparamos para la ocasión: nos vestimos con chalecos salvavidas y capas impermeables. Era un día cálido y el viento que provenía del este nos anunciaba que no realizaríamos el avistamiento que esperábamos. De todas maneras, continuamos el viaje hacia adentro del mar. En general, las ballenas francas se pueden observar de junio a diciembre, época en que se acercan a las costas del Golfo Nuevo para aparearse o para dar a luz a sus crías. Momentos después, salimos y pudimos ver la primera ballena. Una enorme franca austral nos deleitó con un salto espléndido y elegante. La emoción recorrió cada parte de nuestros cuerpos.
Características de la ballena franca austral
Las ballenas son de cuerpo curvado y no presentan aleta dorsal. Los machos alcanzan hasta los 12 metros y las hembras adultas pueden medir de 13 a 16 metros. Los exponentes adultos adquieren un peso de entre 30 y 40 toneladas. El guía nos indicó que en la boca, que tiene forma curva, se hallan unas 260 placas o barbas córneas, unidas a la mandíbula superior, que originariamente se llamaban "baleen" y de donde proviene el nombre castellano "ballena". Seguimos recorriendo y esperando. De repente, una nueva ballena se asomó para saludarnos. Su cola medía alrededor de 5 metros. Minutos más tarde, pudimos observar una ballena madre con su ballenato recién nacido. Al momento de nacer, miden cinco metros y medio y el período de amamantamiento dura lo mismo que su gestación: 12 meses. Cuando las ballenas están aptas para reproducirse, regresan cada tres años al área de la península de Valdés en busca de aguas seguras para parir otra cría. Asimismo, nos aclaró el guía que en la parte superior de la cabeza poseen unas callosidades que son su “sello de identificación”, como las huellas digitales, ya que no existen dos marcas iguales. Esto nos pareció sumamente interesante. Detrás de tales callosidades se encuentran los espiráculos, los orificios por los que el animal respira y desde los cuales expulsa violentamente el aire de sus pulmones. Es importante destacar que para evitar alteraciones en la naturaleza durante la época de cría y de reproducción, la provincia de Chubut permite la navegación únicamente en el Golfo Nuevo y sólo a embarcaciones de empresas turísticas que deben presentar la autorización de la Prefectura Naval Argentina. De esta manera, el avistamiento se encuentra totalmente regulado para proteger la integridad de las ballenas francas, declaradas Monumento Natural en el año 1984. Es que sin duda son un monumento a lo majestuoso y natural, conforman un espectáculo que invade todos los sentidos y que sólo logra un resultado: generar placer.
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