Declarada área protegida municipal en el año 2001, El Doradillo presenta un paisaje terrestre y marino que recorre 30 kilómetros de costa desde Punta Arco hasta Cerro Prismático.
Luego de cruzar toda la ciudad de Puerto Madryn hacia el norte, pasamos por el muelle industrial y arribamos mediante un desvío a la playa de El Doradillo. Se trata de uno de los pocos lugares desde donde se puede realizar avistaje de ballenas francas desde la costa.
Gracias a sus aguas cálidas y tranquilas, la playa de El Doradillo es el sitio elegido por cientos de hembras para parir sus crías y amamantarlas desde junio hasta noviembre. Como recién después de los 40 días de vida los ballenatos desarrollan la capa de grasa que les permite flotar, sus madres los trasladan en su aleta hasta cerca de la costa y descansan sobre el lecho de canto rodado.
En general, el momento ideal para admirar las ballenas es cuando comienza a subir la marea. Fuimos muy pacientes y esperamos el momento indicado. En realidad, éramos cientos de personas aguardando ese instante, ya que muchísimos turistas nacionales y extranjeros también se acercaron para presenciar semejante espectáculo.
Es interesante ver que sobre una de las puntas del acantilado, en el extremo norte, se encuentra una caseta que permite a los biólogos censar la población de ballenas que arriban cada año al Golfo Nuevo.
Desde allí se divisa claramente el arribo de los primeros ejemplares en el mes de mayo y se las puede ver y disfrutar por toda la costa de la península hasta diciembre.
Si bien durante nuestra estadía las ballenas se mantuvieron muy tímidas y no aparecieron, pudimos disfrutar plenamente de la tranquilidad de esta bellísima playa. Comprendimos por qué ellas lo eligen.