Una réplica exacta del Nao Victoria recrea como fueron los tiempos en que Magallanes partió a conquistar el mundo y encontró la unión de los dos mares. Un museo recuerda y permite vivir esta singular epopeya.
En el año 1480, Hernando de Magallanes nació en las cercanías del puerto de Oporto, Portugal, lo cual influyó notablemente en sus estudios de geografía y náutica, que lo llevarían luego a querer navegar y descubrir el mundo. Su fuerte idea de explorar lo desconocido lo llevó a enterarse de que al fin del nuevo mundo existía un paso que comunicaba los dos océanos, el Pacífico y el Atlántico, y supo por quienes lo habían visto que en ese lugar el mar era terrible, con tormentas diarias y vientos interminables. Por ende, el lugar indicado para conocer.
En busca de tierras vírgenes
Así es que el 22 de marzo de 1518 se firmó en Valladolid la capitulación por la que se nombró a Magallanes “Capitán general de la flota y gobernador de todas las tierras que encontrara”. La corona española se hizo cargo de los gastos de tan extraordinaria expedición. En agosto de 1519 partió desde Sevilla la flota de Hernando de Magallanes en busca de un paso que comunicara los océanos Atlántico y Pacífico. Doscientos cincuenta y seis hombres y cinco naos (naves) lo acompañaban en esta epopeya que luego de tres años de exploración devolvió a solo 18 hombres de regreso al puerto de España, pequeño reducto de héroes que tuvieron la suerte de medirle la cintura al mundo, algo impensando para esa época de descubrimientos y conquistas permanentes. La Nao Victoria había logrado “darle la vuelta al mundo” y contarle a la vieja Europa qué había del otro lado del infinito mar.
Un homenaje a aquellos tiempos
A orillas del estrecho de Magallanes, ruta Y-565, y a solo 7,5 kilómetros de Punta Arenas (sector el Humedal de Tres Puentes) se encuentra la Nao Victoria, una réplica en escala real construida con planos originales de la embarcación que comandaba Hernando de Magallanes.
El Nao Victoria es un museo interactivo y dinámico que rescata el descubrimiento del estrecho de Magallanes y que permite a sus visitantes disfrutar de ser partes del simulacro perfecto de una experiencia de navegación del siglo XVI. El barco se encuentra equipado con todo el mobiliario de maniobras, tal cual se usaba en aquellos años, donde además de muebles y elementos de navegación pueden apreciarse figuras de tamaño real de los distintos personajes en sus labores diarias, con su vestuario y artículos personales. Un sistema de sonido permite “escuchar” como navegaba el barco. Imposible no conocer este museo durante una estadía en Punta Arenas. La inconfundible figura de la Nao, de más de 25 metros de eslora, 7 metros de manga, 3 cubiertas, 3 mástiles con 5 velas y cerca de 28 metros de altura, llama sin duda la atención de cualquiera que visite la ciudad. Un atractivo turístico distinto: perfecta máquina del tiempo para viajar al pasado y para sentirse un expedicionario de aquellos vírgenes años del continente americano y, sobre todo, de la bella Patagonia.