Resulta hermoso ver cómo los pueblos originarios continúan viviendo hermanados con la naturaleza como lo hacían sus ancestros. Caviahue y sus alrededores permiten este privilegio. Algo realmente mágico.
Las comunidades mapuches desarrollaron un gran conocimiento de la astrología y la astronomía hasta interpretar los movimientos del sol y de los astros, así como también los cambios y alteraciones que estos producen en la naturaleza e inclusive en las personas. A lo largo de los siglos comprendieron y decodificaron el idioma de la tierra y la naturaleza que los rodeaba y así aprendieron a vivir en distintas condiciones climáticas, cuando la naturaleza ayuda y cuando la naturaleza, en cambio, marca las reglas.
Vivir pensando
La llegada del invierno en esta región de la cordillera es dura; la comunidad mapuche Millaín Currical (
Caviahue-
Copahue) lo sabe desde hace cientos de años y posee un conocimiento que se trasmite de generación en generación. Antes de llegar a Caviahue, la ruta que viene desde
Zapala comienza a serpentear y sus curvas se encajonan en un valle que durante el invierno es tapado de forma completa por la nieve. Es posible tomar dimensiones reales cuando se transita por esta ruta en verano, ya que las varas que miden la cantidad de nieve dejan ver a las claras los metros que caen.
Sabiduría ancestral
Antes que esto suceda, ya con los primeros fríos de los meses de marzo y abril, las distintas familias que viven parte del año en este puesto llamado “de veranada” comienzan a preparar sus cosas para irse a zonas más bajas, donde las condiciones climáticas son más benignas y, por supuesto, nieva menos. Es el comienzo de la invernada. Uno de los lugares que mayor cantidad de familias concentra es Huncal, ubicado a una importante cantidad de kilómetros de Caviahue. Allí, las familias viven junto a sus cabritos hasta que el calor de la primavera comienza a marcar la temperatura necesaria para otra vez hacer la mudanza y volver a instalarse en los valles conocidos como Cajón Chico, Cajón Negro y Valle de Chinchivi.
La veranada mapuche
El momento del año se conoce como “veranada” y durante este tiempo es posible observar, como muestran las fotos que acompañan esta nota, postales verdaderamente increíbles. Cientos de cabritos son trasladados nuevamente a las zonas altas de la precordillera cercana al casco urbano de Caviahue, donde los pastos nuevos garantizan una excelente pastura. Las rutas y caminos aledaños se llenan de aguerridos hombres que a caballo y en compañía de sus perros guía van comandando verdaderas colonias de cabritos que en algunos casos se acercan a los mil ejemplares. Los llevan a pastar por los distintos valles de la región y muchas veces pasan cerca de la ciudad y de su lago, lo que les da un colorido increíble y es bienvenido por la gran cantidad de turistas que disfrutan de las actividades veraniegas.
Los tiempos cambian
A veces para bien y otras veces para mal. Pero cuando el visitante comienza a introducirse en la comunidad mapuche y logra entender esta filosofía de vida, las cosas no vuelven a ser iguales. Estas tierras fueron por siglos mapuches, pero no porque ellos hayan puesto alambrados o porque tengan escrituras y poderes legales que les permitan sostenerlas como propias, sino porque las conocen mejor que nadie. De generación en generación se reprodujo el conocimiento de los baños termales y de las propiedades curativas de la hoy conocida como “fangoterapia”. Fueron ellos los que primero se bañaron y bautizaron a una de las lagunas más emblemáticas de Copahue como la “laguna del chancho”. Hoy, los más viejos dicen que el hombre blanco ha logrado entender sus reclamos mejor que en el pasado, en el que siempre se los combatía o alejaba de los centros urbanos. Los más jóvenes hablan de discriminación y de poca integración, además del olvido de las autoridades provinciales neuquinas y nacionales que los usan para mostrarle una integridad al mundo que a la hora de la verdad no existe. Habrá que cambiar la historia y esto depende de todos nosotros. Incluso de los propios turistas.