En invierno, una excelente manera de internarse en la naturaleza es “a bordo” de un trineo de nieve mientras afuera todo es silenciosamente blanco.
El centro de
Caviahue es reducido y no hacen falta ni auto ni demasiado tiempo para recorrerlo de punta a punta. En una de nuestras caminatas sentimos que ladraban unos perros y hacia allí fuimos: encontramos un criadero de
siberian huskies, raza habitual en esta zona, y todo era algarabía entre ellos. La llegada de Javier aclaró el tema: estaban preparándose para una excursión en trineo a las cascadas del río Agrio llevando un grupo de turistas. Los perros intuían los preparativos y se alegraban de salir a pasear. Vimos cómo preparaban tres trineos con 7 perros cada uno. Despaciosamente, Javier armó los arneses de cada carrito y lo último fue ir a buscar a los “pichichos”. Los notamos felices y alterados por la pronta partida. Josefina aclaró que “ese es el comportamiento de los perros que han nacido aquí. Son preparados para salir a campo traviesa con nieve y les gusta mucho más que quedarse en casa”. Hicimos arreglos para realizar una excursión al día siguiente saliendo del mismo lugar.
Llegó el día
A la mañana siguiente, encontramos los mismos preparativos pero éramos nosotros quienes íbamos sentados casi a ras del suelo para disfrutar de la salida junto a otro grupo de turistas. Nos presentaron a los perros por sus nombres: saludamos a Chopin, Zen, Trixie y Kronic, quienes respondieron con un movimiento de colas. Otros ni se fijaron en nosotros. Tal era el entusiasmo. Nuestro destino era la cascada de los basaltos sobre el río Agrio. Javier y su gente organizan distintos tipos de excursiones de acuerdo al tiempo disponible y la calidad de la nieve.
Era nuestra primera salida en trineo. Éste era de madera, con algunos almohadones que hacen más confortable el viaje y una cubierta que aísla de las salpicaduras de la nieve que el mismo trineo y los perros producen. El conductor va parado en la parte posterior del trineo y a su derecha tiene un freno en forma de ancla que utiliza cuando debe parar. Cada trineo es llevado por 7 perros, de los cuales los dos más fuertes, los que realizan el mayor trabajo, son los que van últimos en la hilera, pegados al carrito. El que va al frente de la formación, adiestrado para ello, es el que conduce. No todos los perros son raza
siberian huskies, pero todos son perros de nieve. Los primeros cientos de metros, van a fondo y cuando el guía los detiene se revuelcan en la nieve, hociquean y hacen pis a cada instante. Se los ve felices y nos aseguran que no sufren la actividad sino que tienen la misma adrenalina que los humanos. Esperan este momento tanto como nosotros.
Monosílabos
Las órdenes son sonidos que sólo los perros entienden. Obedientes, reconocen los circuitos y saben cuándo tienen que parar. De a ratos, se percibe el leve sonido de los esquíes del trineo sobre la nieve.
Hicimos algunas paradas para charlar sobre lo que estábamos viviendo y para conocer el nombre de las cascadas, de las especies nativas y también para sacar fotos. Nos sorprendió todo lo bello que esta excursión ofrece, ya que muchos rincones no pueden visitarse en invierno de otra manera que con los trineos. Bosques de pehuenes, nieve virgen, el sonido de las cascadas y el arco iris que se forma en la caída de agua son algunas de las bellezas que observamos durante el recorrido. Al final, un trayecto por la playa del lago a orillas del pueblo le da un toque extra a nuestra salida. Fue una hora y media de placer.
Javier y Josefina Álvarez son un matrimonio joven que diez años atrás instaló un criadero de
siberian huskies y posteriormente armaron las salidas en trineo. Además de la realizada por nosotros, realizan algunas travesías con pernocte y según la propuesta del visitante. Además de esta hermosa actividad, la pareja ama la naturaleza y vive acorde a ella. Unos mates en su cabaña dieron por terminada la tarde y nos fuimos al hotel sabiendo que habíamos realizado una excursión única en un lugar único también. Algo difícil de olvidar.