Ascendimos a uno de los macizos andinos más atractivos y míticos de la Patagonia: el volcán Lanín. Una experiencia inolvidable que nos lleva a comunicarnos con lo más recóndito de nuestro ser. Equipos, autorizaciones, tiempos y todo lo necesario para realizar esta excursión de alta montaña.
Una vez me dijeron: “Cuando uno explora la cima de una montaña, en realidad se está explorando a sí mismo”. Esta máxima, concisa y desafiante, fue la que me motivó, junto a otras doce almas, para conquistar uno de los macizos andinos más atractivos y míticos de la Patagonia: el volcán Lanín.
Para lograr nuestro objetivo de una manera acabada y responsable contratamos los servicios de un guía de montaña habilitado por el Parque Nacional Lanín, quien se encargó de disipar nuestros interrogantes y de explicarnos qué equipo necesitaríamos para realizar la ascensión.
Nos esperaban dos días de trekking, internados en la inmensidad del Parque Nacional Lanín, durmiendo una noche en refugio de montaña, conviviendo y sintiendo todos juntos la aventura a cada paso que diéramos.
“El Lanín es una alternativa exigente” –explica el guía–. “Demanda un buen esfuerzo físico, y un nivel de exposición medio, ya que combina pendientes de acarreo rocoso con ambientes irregulares”. Lejos de intimidarnos, esas palabras nos incitaron a dejar las dudas atrás y a decidirnos a realizar el ascenso. Lo que no podemos negar es que para realizar este tipo de excursiones se debe poseer un buen estado físico o, en su defecto, realizar un entrenamiento previo
Nos esperaban dos días de trekking, internados en la inmensidad del Parque Nacional Lanín, durmiendo una noche en refugio de montaña, conviviendo y sintiendo todos juntos la aventura a cada paso que diéramos.
La previa al ascenso
Quedamos en encontrarnos el día anterior para chequear los equipos que usaríamos en la travesía. Es importante que éstos sean de buena calidad, lo que significa que deben ser impermeables, abrigados, pero de tamaño reducido.
Lo que no puede faltar por razones obvias es un calzado cómodo para transitar en alta montaña. A esto debe sumarse la mochila, bolsa de dormir, cantimploras, grampones, piquetas, bastones, polainas, guantes, gorros, anteojos con protección de rayos ultravioletas, protector solar de alto factor y protector labial, ya que el viento y el sol combinados pueden producir serias quemaduras. El guía nos aconsejó llevar de dos a tres mudas de ropa. Si las remeras son sintéticas, mucho mejor, puesto que secan rápidamente la transpiración que despide el cuerpo durante el ascenso.
En cuanto a los alimentos, nuestro guía se encargaría de llevar todo lo necesario para abastecernos durante los días que pasaríamos en la montaña.
Todo O.K. La expectativa creció considerablemente, y con ella las ganas de ver el amanecer del día siguiente para ir a la base del volcán propiamente dicho. El último consejo fue que esa noche comiéramos carbohidratos, si eran pastas mejor, ya que nuestro organismo necesitaría calorías para poder lograr el objetivo del día siguiente: llegar al refugio de montaña.
Día de aproximación al refugio de montaña
07:30 a.m.: El transfer nos pasa a buscar por el lugar donde estamos alojados. Desde San Martín de los Andes, pasamos frente a la localidad de Junín de los Andes y de allí recorremos los 60 km finales hasta el Paso Tromen, donde se encuentra la Seccional Río Turbio del Parque Nacional Lanín. A lo lejos, silenciosa e imponente, la blanca figura del volcán de 3.776 m.s.n.m. parece desafiarnos.
09:30 a.m.: Tras recorrer 105 km, llegamos al puesto del guardaparque ubicado a los 1.100 m.s.n.m. Nos registramos y nos designan el refugio. El guía brinda una concisa charla de seguridad y, a partir de ese momento, las decisiones pasan por él. Nos distribuimos el equipo técnico, distribuimos los alimentos en las mochilas y nos preparamos para comenzar la ascensión. Siempre presente, observamos la cumbre de nieves eternas del volcán. La imagen es imponente…
10:30 a.m.: Comienza la marcha. Con ritmo parejo comenzamos a transitar un bosque de ñires que al ganar altura va desapareciendo, dejándole su lugar a las lengas. Vamos hacia la base del Lanín. El tiempo de marcha es siempre el del más lento. Somos un grupo y, como tal, respetamos las decisiones del guía que conoce la montaña. La hidratación es constante, y, por ende, a medida que sentimos que nuestro organismo necesita líquido, debemos aportárselo. De ese modo no corremos el riesgo de deshidratarnos.
Durante el transcurso el guía nos cuenta que el Lanín tiene un lugar privilegiado en la cordillera de los Andes. Por ser dos mil metros más alto que todos los cerros circundantes, desde allí se logra observar la línea de los volcanes Quetrupillán, Villarrica, Llaima, Lonquimay, Choshuenco y Achen Ñiyeu, además de los conocidos cerros Tronador, Bayo y Chapelco.
11:00 a.m.: Parada de ajuste. Antes de abandonar el bosque de lengas el guía aconseja chequear el calzado, el peso de la mochila, y el posicionamiento del abrigo a mano. Uno de los participantes siente una molestia en uno de sus pies y rápidamente el guía lo asiste con el botiquín de primeros auxilios. Es importante no subestimar los pequeños dolores que se pueden percibir durante las primeras horas de caminata, ya que una ampolla puede hacer abortar el ascenso en pocas horas.
11:15 a.m.: Continuamos la marcha aproximándonos al inicio de la senda de montaña. Aprendemos que entre los lagos que podremos apreciar al ir ganando altura se encuentran el Tromen, el Quillén, la laguna Huaca Mamuil y la naciente del río Malleo. No vemos la hora de pisar las rocas del Lanín y sentir su energía bien cerca nuestro.