En Villa La Angostura, tuvimos la oportunidad de realizar un intenso y entretenido paseo en mountain bike por el camino viejo al lago Espejo a través de caminos ruteros de ripio y de tierra, ascendiendo y descendiendo cuestas empinadas.
Para realizar la excursión, contratamos los servicios de una operadora que brinda esta clase de excursiones de ciclo-turismo. En el local nos esperaban con una excelente bicicleta GT, ideal para estos paseos, casco de seguridad y un “tubo” con agua fresca para beber durante la travesía. Una vez que todo estuvo dispuesto, recorrimos dos cuadras y empalmamos con la ruta 231 en dirección norte. Nos esperan 12 intensos kilómetros de subidas y bajadas. Es importante encontrar el ritmo propio en la
bike de montaña sin exigirse demasiado, puesto que el total del recorrido es largo. Otro dato importante es beber líquido cada 15 minutos para no deshidratarse. Luego de recorrer un kilómetro por la ruta 231, doblamos hacia la derecha por la calle Cacique Antriao, que nos condujo con una leve pero larga pendiente descendiente por un camino de ripio hacia
la playa del lago Correntoso. Estábamos atravesando la zona de los barrios norte de
Villa La Angostura.
A mediada que comenzamos a bajar por la calle, el guía nos enseñó el uso correcto de los cambios de velocidad de la bicicleta para mejorar el rendimiento. Al bajar se le debe subir piñones e incluso si la pendiente es muy pronunciada es aconsejable subir los platos o “estrellas”. Si lo que se desea es subir una cuesta, se debe hacer lo contrario. Al pasar por la playa del Correntoso, notamos la hermosa costa de arena volcánica. Turistas y gente de la zona compartían el lugar realizando natación, remo y pesca deportiva. Bordeamos la ribera y nos dirigimos al antiguo puente de madera que está sobre el río Correntoso, uno de los más cortos del mundo y que ahora es peatonal. En la mitad tuvimos una vista panorámica hermosa del Correntoso con la imponente cordillera de los Andes como telón de fondo. Luego de cruzar el puente, el camino se hace más angosto. Hasta aquí recién habíamos recorrido 7 kilómetros; era el comienzo del camino viejo al lago Espejo. Nos internamos en una región muy frondosa con lengas, cipreses y raulíes tupidos. Desde allí realizamos un recorrido de 5 kilómetros con muchos desniveles de dificultad media; cruzamos arenales, pequeños vados, sorteamos algunos árboles caídos mientras observábamos la inmensa flora y fauna de la región.
"¡Fuerza!", gritó el guía mientas nos recordaba el uso de los cambios, fundamental en esta etapa. Estábamos pasando por el loteo Las Bandurrias, el arroyo Los Colihues y unos metros más adelante atravesamos una antigua tranquera que marca el comienzo de la zona norte del parque nacional Nahuel Huapi. A partir de allí comenzamos a descender a gran velocidad por lo que se conoce como la “picada Coletti”. Luego de una excelente dosis de velocidad y adrenalina, empalmamos la ruta 234, más conocida como
De los 7 Lagos. A 200 metros nos recibió nuevamente el asfalto en el cruce con la Ruta 231. Allí doblamos hacia la derecha con dirección al
paso fronterizo internacional Cardenal Samoré. Pronto llegamos al mirador del lago Espejo, un espléndido espejo de cristalinas aguas y suave playa de arena volcánica que se presta para realizar actividades náuticas y recreativas por la región. Desde el mirador tuvimos una amplia vista panorámica de un hermoso paisaje montañoso.
Luego de descansar unos minutos, beber agua y de reponer energías, retomamos la marcha para regresar a la villa, pero esta vez directamente por la ruta 231. El regreso es casi todo en bajada. Atravesamos distintos puntos panorámicos, entre los que se destaca la vista que se obtiene desde el puente Correntoso, donde se ve el antiguo hotel homónimo que data del año 1922 pero ahora está totalmente reacondicionado. Continuamos la marcha y pasamos por otra imponente vista del lago Nahuel Huapi con el brazo Última Esperanza y la cara oriental de la península de Quetrihué. Unos kilómetros más nos separaban de la ciudad y en pocos minutos estábamos realizando nuestra entrada triunfal por la Av. Arrayanes.
Habíamos recorrido un total de 24 kilómetros con un promedio de velocidad de 15 km/h y una velocidad máxima de 55 km/h en bajada, en un total de 2 horas y 30 minutos. Al culminar con este intenso desafío por los alrededores de Villa La Angostura, nada mejor que un buen baño de agua caliente y 30 minutos de elongación.