Recorrimos la ruta clandestina que condujo a Pablo Neruda hacia la libertad. Revivimos parte de la travesía que el poeta chileno utilizó para librarse de su persecución ideológica.
Futrono fue el destino elegido por el reconocido poeta Pablo Neruda para planear su fuga de Chile en el año 1949, cuando era requerido por la justicia luego de que se declarase su inmediata detención por su no coincidencia ideológica con el gobierno de turno. Fuimos invitados a recrear gran parte de la ruta clandestina que utilizó el escritor chileno hacia la libertad. Ruta que, sin duda alguna, marcó a cada uno de los habitantes de Futrono, una vez que se enteraron de que por allí había pasado este mítico personaje. Antes de partir revivimos un poco la historia para saber la razón por la cual Neruda era buscado por la ley. Corría el año 1948 cuando el reconocido escritor y poeta comenzó a ser perseguido por la justicia, a raíz de los duros ataques proferidos contra el entonces presidente Gabriel Gonzáles Videla, quien había desatado una ola de represión en contra de los militantes comunistas.
El gobierno chileno de aquel entonces presentó una querella contra Neruda por injurias y al poco tiempo dictó una orden de detención contra el poeta. Esto dio inicio a un largo período en el cual Neruda debió vivir en la clandestinidad, hasta que pudo cruzar la cordillera de los Andes hacia Argentina, desde donde partió hacia el exilio en Europa. Esta apasionante historia hizo que rápidamente quisiéramos conocer los lugares por donde el mito popular se mezcló con la realidad en una fascinante travesía que comenzó en Futrono. La primera huella de Neruda la encontramos en el puerto de la ciudad. A este sitio llegó en diciembre de 1948, desde Santiago, en un auto marca Chevrolet que llamó la atención de los habitantes del lugar. A bordo de él viajaba Pablo Neruda, pero se hacía llamar Antonio Ruiz Lagorreta. Ese día pernoctó en el poblado. A la mañana siguiente tomó una barcaza que lo condujo hasta Puerto Llifén. Luego de varias horas de navegación sobre las cristalinas aguas del lago Ranco, tocó tierra firme. Para aquel entonces el poeta ya se encontraba deslumbrado por la magia de los bosques del sur.
Desde Puerto Llifén la ruta del poeta nos condujo a un nuevo punto, Puerto Llolles, desde donde cruzó el lago Maihue hacia la hacienda maderera Hueinahue. Internamente sabía que el plan ideado por el partido comunista para liberarlo debía ejecutarse a la perfección, ya que ésta sería su única salida. Neruda permaneció aproximadamente 2 meses en la hacienda de Hueinahue. Allí aprendió a andar a caballo y continuó escribiendo su gran poema “Canto general”. El mágico entorno patagónico, compuesto por el bosque nativo, los lagos, montañas y ríos, hacía que el escritor se inspirara fácilmente.
Luego de este período llegó la orden esperada: Neruda debía cruzar los Andes a caballo por el peligroso paso clandestino conocido con el nombre de “Los Contrabandistas”. Los pasos de Neruda nos llevaron a la desembocadura del lago Maihue, donde era esperado por unos baqueanos que le indicarían el paso hacia Argentina. A medida que avanzamos por los sitios que recorrió Neruda, nos fuimos encontrando con distintos habitantes de la comuna de Futrono que orgullosos nos aportaron datos sobre la intensa travesía que debió realizar el escritor. Desde este punto comenzaron los días más duros para el inexperto jinete. Primero tuvo que vadear el río Blanco, luego el río Curriñe y, finalmente, el vado del río Huenteleifú, los cuales se hicieron imborrables en la memoria del poeta chileno.
Sobre el final, las huellas del escritor nos condujeron hasta las termas de Chihuio. Allí, luego de una extenuante jornada a caballo, Neruda logró descansar. Aprovechó las calientes aguas termales para disfrutar de un reponedor baño natural en plena cordillera de los Andes. Este fue el último descanso del poeta antes de llegar a la frontera. A la mañana siguiente montó una vez más su caballo rumbo a
San Martín de los Andes, en Argentina. En las termas de Chihuio terminó nuestra búsqueda. Allí, al igual que el poeta, nos bañamos en las cálidas aguas. Neruda pasó por estos lugares hace más de 50 años, pero sus huellas permanecerán latentes por mucho tiempo más, cada vez que alguien recuerde esta odisea. Así fue la experiencia límite de Neruda, una vivencia única que lo condujo a la libertad y que, sin duda, lo marcó para siempre.