Las azules aguas del cráter de un volcán, pingüineras o un faro son solo algunos de los atractivos imperdibles. Es bueno prepararse para la aventura y conocer la auténtica Patagonia.
Las rutas de los alrededores de
Río Gallegos se caracterizan por su extensión en medio de la estepa. Cualquiera sea el recorrido que elijamos, lo más seguro es que viajemos acompañados de guanacos, zorro grises o colorados y liebres. Para llegar a Punta Loyola y la isla Deseada, sobre el Atlántico, tomamos hacia el sudeste por la ruta nacional 40. En la costa observamos restos de antiguos navíos y desde la ensenada divisamos la isla Deseada. Es un pequeño islote habitado por una colonia de pingüinos, cormoranes y gaviotas, y una excelente zona de pesca deportiva marítima. Elegimos otra salida de excursión hacia Cabo Vírgenes, ubicado en la boca del estrecho de Magallanes, que tiene el atractivo de ser el punto continental más al sur de la Argentina y América. Otro dato interesante es que allí se realizó la primera fundación de la Patagonia en el siglo XVI y posteriormente, en el siglo XIX, fue el centro de la “fiebre del oro”.
Cuenta la historia que en 1584 Pedro Sarmiento Gamboa fundó allí una colonia que luego fue diezmada por la crudeza extrema del invierno y la falta de alimentos. Tres siglos después, a raíz del naufragio de un buque francés, se descubrieron fortuitamente arenas auríferas. El lugar se transformó entonces en un campamento minero, con negocios y servicios varios, que se desmanteló luego por los escasos resultados y las duras condiciones de vida. Esto es parte de la interesante historia del lugar. Hoy, a ambos lados del camino se observan torres e instalaciones petroleras y una reserva gasífera, la del yacimiento El Cóndor y Cerro Redondo. Lo que más llama la atención es la colonia de pingüinos magallánicos. En la Reserva Natural Provincial ese especie eligió realizar sus cortejos, puesta de huevos e incubación.
Un faro que data del año 1904 completa el paisaje agreste y ventoso. Con su luz y su altura ofrece seguridad a los barcos de alta mar a más de 40 kilómetros de distancia. Nos invitaron a conocer la estancia Hill Station y al dejar la ciudad pasamos por el puente Guer Aike por una ruta asfaltada para tomar luego un camino zonal de ripio. Al llegar, admiramos su hermosa casa principal construida en 1899 con la clásica galería vidriada para resguardarse de los rigores del clima. Es una estancia patagónica pionera sostenida por el esfuerzo individual de cada uno de los descendientes de William Halliday, su fundador. Pudimos participar de las tareas de campo. Básicamente, se dedica a la cría de ovinos y caballos criollos. Ofrecen interesantes cabalgatas y la posibilidad de realizar pesca deportiva de truchas. Las pertenencias de antaño se admiran en un museo que muestra la centenaria vida de Río Gallegos. Además, a orillas del río Gallegos visitamos otra interesante y vieja estancia devenida en el Lodge Truchaike. Allí se realizan excursiones de pesca guiadas. Su casco ha sido acondicionado para alojamiento y, por supuesto, no faltan los asados criollos y los
picnics al aire libre.
Por último, aunque no porque sea menos interesante, visitamos la reserva natural Laguna Azul. Se trata de una reserva geológica provincial con características volcánicas. En realidad, la laguna se encuentra en un cráter apagado y su color azul es intenso y admirable. La fauna y la flora del lugar le dan más vida al paseo. Para quienes como nosotros vivimos en una ciudad de asfalto, cada kilómetros recorrido por los alrededores de Río Gallegos nos sumaron aventura y vivencias de una Patagonia inmensa y llena de emociones.