Visitamos los faros de Cabo Vírgenes y Punta Dúngenes en el último confín de América continental. Entre historias y leyendas, transitamos por sus escaleras.
Testigos mudos del paso de los avezados navegantes que se adentraban en la bravura del Estrecho de Magallanes, los faros de Cabo Vírgenes y Punta Dúngenes han tenido la labor de iluminar y marcar el camino de los marineros de antaño, que deseaban conquistar los mares del sur. Fueron usados como puntos de referencia segura para la navegación costera, permitiendo salvar con marcada precisión los bancos de arena que despide la Punta Dúngenes y los peligros de la roca Nassau. El ser los más australes del continente americano es lo que los diferencia del resto. Hoy es posible visitarlos, recorrer su interior y subir cada peldaño de sus escaleras de tipo caracol para conocer parte de sus historias, de la esencia y la luz que por las noches los une con el mismo objetivo: guiar las naves que se someten al mar en estas frías latitudes.
Para ello solo hay que recorrer 130 kilómetros desde la ciudad de
Río Gallegos con dirección sur por la ruta provincial Nº 1 de ripio consolidado y en muy buen estado. A medida que se avanza por esta carretera austral, se van presentando en el camino distintas estancias patagónicas que se dedican fundamentalmente a la cría de ganado ovino, a la producción lanar o al adiestramiento de canes para el desarrollo de actividades rurales. Entre estos establecimientos se destaca la estancia
Monte Dinero, que además posee una pequeña hostería para turistas que deseen conectarse con la paz de los campos sureños. Exquisitas comidas caseras, cómodas instalaciones con mobiliario de época y demostraciones de esquila y de los quehaceres campestres completan esta interesante oferta.
Las tierras que se están visitando fueron exploradas por reconocidos navegantes como Magallanes en 1520; Loaiza, en 1525; Alcazaba, en 1534; Camargo, en 1539; y Gamboa, en 1584. Sostiene la leyenda que en esta región del país se levantó la fundación de la Antigua Ciudad del Nombre de Jesús en el siglo XVI. Esta tuvo un destino trágico, ya que el clima hostil, la dificultad para conseguir alimentos y agua dulce, y diversas calamidades hicieron que sus pobladores murieran desnutridos o enfermos; no quedó nadie en Nombre de Jesús. Estas mismas tierras fueron utilizadas a principios de 1870 por los primeros buscadores de oro, cuyas huellas se registran hasta el presente. Buscaban el “oro del fin del mundo”. Muchos de ellos soñaron con la posibilidad de encontrar monedas de oro de alguno de los cientos de naufragios que hubo frente a las costas del estrecho.
A escasos kilómetros de donde se encuentran los faros, se halla la reserva provincial Cabo Vírgenes, donde se puede visitar una colonia de más de 90.000 parejas de pingüinos de Magallanes. A través de un sendero interpretativo se puede vivir de cerca la nidificación, puesta de huevos y nacimiento de estas aves de elegante plumaje. Antes de llegar hasta los faros, se puede disfrutar de un exquisito café o chocolate caliente acompañado con tortas o tostadas con dulces regionales en el negocio más austral del continente: la confitería Al Fin y al Cabo, que pertenece a los dueños de la estancia Monte Dinero. En las cercanías se encuentran los faros que se yerguen sobre altas barrancas en busca del horizonte. El faro de Cabo Vírgenes posee una altura de 27 metros y se encuentra a 70 m.s.n.m. Fue puesto en servicio el 15 de abril de 1904 y su alcance lumínico es de 24 millas náuticas. Se encuentra pintado de color negro y blanco. Por su parte, el faro de Punta Dúngenes cumple con sus funciones desde fines del siglo XIX. Se encuentra pintado de color rojo y blanco y su alcance lumínico es de similares características al de su hermano argentino.
Recorrerlos, fotografiarlos y conocer sus características principales en el centro de interpretación que funciona en el interior del faro de Cabo Vírgenes es una aventura en sí misma que invitamos a realizar en su paso por el lugar. En síntesis, la zona de Cabo Vírgenes, con su hábitat, riqueza histórica y arqueológica, junto con la estratégica ubicación geopolítica, sumado a los servicios que brindan los establecimientos ganaderos de la región, se ha convertido en un lugar lleno de misterios e historias que desean ser descubiertas por los turistas que se animen a recorrer y sentir el viento, el frío y la tranquilidad de estas latitudes australes.