En nuestro paso por Río Gallegos, tuvimos la oportunidad de visitar la casa más antigua de la ciudad al visitar el Museo de los Pioneros.
La casa Parisi, como se la conoce entre los habitantes del lugar, logró sobrevivir a décadas de durísimos inviernos y largas temporadas de vientos. Visitarla es un verdadero viaje al pasado que invita a descubrir cómo era la vida del poblado de Río Gallegos antes del 1900.No hay documento alguno que acredite la antigüedad de la casa Parisi, pero entre sus viejas maderas se leen las iniciales de quienes podrían haber ordenado la construcción: G.W.R. (Greenshilds, Redman y Woodman), una sociedad ganadera de finales de siglo XIX. En 1989 la municipalidad local rescató esta vivienda y abrió sus puertas como el Museo de los Pioneros.
Al ingresar en ella, distintos objetos y relatos ponen de manifiesto la vida de quienes llegaron primero a la Patagonia austral. Seis salas recreadas invitan a recorrer de manera independiente o acompañados de un guía. A medida que transitamos por su interior, sentimos el crujir de las maderas.
Pudimos apreciar vestidos antiguos, candelabros, máquinas de coser, retratos, una máquina de escribir, cocina a leña, vajilla antigua y un dormitorio totalmente equipado, entre los elementos más destacados. De los personajes más importantes que residieron en la casa, se destaca Arthur Fenton, el primer médico de Santa Cruz. Más tarde la habitaron sus hermanos Víctor y Jorge, ambos médicos y notables partícipes de la vida política y social de la comunidad.
Al incendiarse la sede de gobierno, Edelmiro Mayer, gobernador del Territorio Nacional de Santa Cruz entre1892 y 1897, dirigió el destino de estas latitudes desde la vivienda, aceptando la hospitalidad de los Fenton.
Finalmente, y para quedar en la memoria colectiva como “la casa Parisi”, en 1918 Roque Parisi y su familia la ocuparon. De acuerdo con el relato de antiguos vecinos, Dona Catalina Ness de Parisi permitía el armado de toldos en el predio de la casa y ofrecía cordialidad a los paisanos sureños que por algún motivo tenían que ir al pueblo.
Recorrerla, tomarse un tiempo para observar con detalle cada elemento y sentir el escalofriante ruido de las maderas de la casa al caminar es una experiencia tan singular como estremecedora. En su paso por Río Gallegos, no deje de visitar la casa Parisi.