
Las ganas de conocer una auténtica estancia patagónica nos llevaron desde Río Gallegos al último confín de Argentina. Allí encontramos la estancia Monte Dinero.
La ruta provincial Nº 1 se transformó en ripio en estado puro. El incesante traqueteo de la camioneta sobre el camino y el viento frío característico de esas latitudes nos recordó, una vez más, que estábamos en suelo patagónico. Transitábamos por la provincia de Santa Cruz con rumbo al último confín de América Continental, donde la estancia Monte Dinero abre sus puertas para ofrecer una excelente propuesta de agroturismo.Avutardas, choiques y zorros fueron apareciendo a un costado y otro del camino. De pronto, un conjunto de casas con techo de color verde nos alentó a acelerar. Desde esta perspectiva, el casco de la estancia parecía una pintura surrealista. Detrás de ella se encuentra el mítico Estrecho de Magallanes.

En el lugar hay seis habitaciones, salón de juegos, comedor y una cocina que tienta a los comensales con comida casera elaborada con productos de la zona. Vale destacar que La Casa Grande es una edificación de más de 100 años que combina en su interior mobiliario de la época de su construcción con modernos elementos de confort y una perspicaz atención personalizada del grupo que comanda Silvina.

En las 26 mil hectáreas que ocupa la estancia, la principal producción que se desarrolla es la ganadería ovina. Las actividades se efectúan bajo la dirección de la familia Fenton, como ha sucedido a lo largo de más de un siglo a través de cinco generaciones. De esta manera, se brinda la posibilidad de presenciar actividades rurales como esquila, señalada, clasificación de lanas, arreos e inseminación artificial, lo cual la ha llevado a que sea considerada un establecimiento modelo por los organismos gubernamentales del área.
En esta oportunidad también pudimos disfrutar de un espectáculo de rodeo llevado a cabo por uno de los perros adiestrados del lugar. Era increíble observar cómo a través de una simple orden el animal lograba separar las ovejas en la cantidad deseada por el peón que lo dirigía.
Luego del almuerzo, nos fuimos a visitar la pingüinera y el faro de Cabo Vírgenes hasta llegar a la confitería Al Fin y Al Cabo, donde calentamos nuestro cuerpo con un exquisito chocolate caliente.

Visitar la estancia Monte Dinero es ideal para aquellos que buscan alejarse de los ruidos citadinos y que desean conectarse con los sonidos propios de la madre tierra. Basta con permanecer unos pocos días en el casco de la estancia, disfrutando de las tareas del campo y alimentándose con la comida casera, para que las tensiones y el stress provocado por el ajetreado ritmo de la ciudad vayan desapareciendo.

Existen pocos espacios en el mundo capaces de convertirse en un refugio para el alma; sin duda Monte Dinero es uno de ellos.