Huella Andina fue diseñada como un proyecto para los fanáticos de las caminatas y en algunos tramos admite el desplazamiento a caballo o en bicicleta durante uno, dos o tres días.
Cada año somos más las personas que elegimos San Martín de los Andes como un destino anhelado para dormir bajo las estrellas durante nuestras vacaciones. El campamento y el trekking por los bosques se han visto mejorados a partir de Huella Andina, un proyecto que permite unir la cordillera patagónica norte por etapas. Nos informamos en la intendencia del parque nacional Lanín, donde nos proporcionaron los mapas de los recorridos cercanos a la ciudad. Viajábamos con nuestras mochilas, con la indumentaria y accesorios imprescindibles, y elegimos un tramo en las cercanías del lago Lácar, entre Quila Quina y Puesto Casanova. La indicación inicial consistió en llegar hasta Quila Quina, una población cercana a la que se puede ir en excursión lacustre o por ruta de ripio y que cuenta con camping organizado. En el muelle del lago, tomamos la lancha que en media hora nos dejó en destino; allí tomamos la calle que desemboca en el embarcadero y, con ayuda de un lugareño que nos dio las señas, comenzamos la trepada por un sendero bien marcado, ganando altura.
Pasamos por el costado de una cascada muy bonita sobre el arroyo Grande, donde hicimos una corta parada para sacar fotos. Seguimos luego haciendo un rodeo por las casas de la comunidad mapuche y, siempre con el curso de agua a nuestra derecha, seguimos las sendas y cortadas de tierra. Después de un descenso breve, cruzamos un riacho por encima de un tronco caído y atravesamos una pampa abierta hasta encontrar una huella vehicular. Seguimos por esta hasta encontrar las tres tranqueras marcadas en el plano; al trasponer cada una, la cerramos para evitar que los animales se escaparan. Llegamos al puesto Casanova, luego de haber confirmado la buena señalización que permitió orientarnos y unir los tramos a la perfección. En un sitio donde no siempre llegan forasteros, fue emocionante ver cómo unos pobladores salieron a nuestro encuentro con buena disposición. Los Casanova son habitantes criollos llegados a la zona a inicios del siglo pasado y ofrecen un camping y una cabaña tipo domo para alojarse. Nosotros llevábamos nuestra carpa y nos quedamos a dormir, descansar y seguir charlando con la gente para entender mejor su cultura, sus historias y su forma de vida. Nos ofrecieron salir a caballo, disfrutar de sus comidas tradicionales (incluidas las torta fritas) y no nos hicimos rogar. Juntos, organizamos una cabalgata hasta una cascada cercana al día siguiente. Desde este punto, la Huella Andina continúa hacia Ruca Ñire y estuvimos tentados de seguir el camino pero desistimos de ese intento dado que exigía una mejor preparación física. Huella Andina es parte de un proyecto más ambicioso que es Senderos Argentina, llamado a incrementar el turismo en naturaleza. Los recorridos cercanos a San Martín de los Andes son pioneros en el país y permiten ampliar el espectro de actividades en espacios agrestes uniendo puntos apartados. La idea es sumar los atajos ya existentes e integrarlos mediante carteles indicativos y servicios adecuados a la región. Ya instalados en el camping, encendimos un fogón para hacer frente al frío de la noche y preparar nuestra cena. El perfume del bosque parecía más presente entre nosotros y cuando los últimos leños terminaron de quemarse, decidimos llevar nuestro cansancio a las bolsas de dormir y despedirnos hasta el día siguiente.
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